27 de diciembre de 2011

Los regalos

Jingle bells, jingle bells...
¿Pero qué coño...?
Hacia Belén va una burra rin rin...
Ay no, por favor...
Ooooh Blanca Navidad...
Mierda...

Después de haber escuchado un potente "¡Belén, campanas de Belén!", me he quitado el edredón de un tirón seco y me he quedado mirando al techo, sintiendo el frío en el aire, en el ambiente, en la superficie de colcha que no había cubierto mi cuerpo por la noche. En todo lo que me rodeaba, en fin.
Pero por más que me esforzase, no podía fruncir el ceño. La Navidad estos días se me ha echado encima muy de repente. Hace apenas unas horas parece que estuviera de exámenes. Hace apenas unas horas no había tantas lucecitas y adornos allá donde mirase, afanándose por ocultar el gris del ambiente y la monotonía de un invierno seco y rasposo.
Encendieron un día los altavoces de la calle y todas las mañanas no paran de sonar villancicos que ya han perdido todo su sentido como música y como ambientación, y han pasado a ser detalles necesarios, que más que ambientar, despiertan. Además, son una especie de villancicos modernizados con ritmos muy marcados y una base repetitiva y dura que me recuerda a las tiendas de ropa. Quizá se utilicen para lo mismo; quizá quieran decir a todos los transeúntes: "¡Comprad, comprad, que estáis en Navidad!". Lo que está claro es que, por más villancicos, lucecitas de colores, papás noel, reyes magos, regalos, etcétera, que te pongan, estas fechas son únicamente para sentir. Esa es su verdadera esencia, por más que quieran desvirtuarla por un lado con compras masivas y sin sentido y por otro lado con espiritualismos religiosos y adoraciones.
Y aunque me parezcan tan grises esas visiones de la Navidad, y esos mensajes que intentan hacernos llegar por todos los medios (como si se tratase de un acoso masivo más que de un sentimiento propio e individual), insisto en que esta mañana no he podido fruncir el ceño. Y no me ha extrañado en absoluto.
Al fin y al cabo, estoy haciendo lo que pretendía hacer con la Navidad. Relajarme más, pensar menos, sentir intensamente, tocar el piano y dedicar todo el tiempo posible a mis seres queridos y a quien amo. Y una vez cumplido, correspondida y relajada, con nuevas ilusiones cada día y con locuras y momentos pasionales intercalados, ¿qué más se puede pedir? Pues bien, sigo pidiendo más. Más abrazos de saludo, más "te amo", más manos entrelazadas, más tiempo observándole, más caricias en la piel, más música juntos, más hablar y hablar y hablar, más tés, más cervecicas, más risas con amigos, más suspiros, más pasión, más morritos, más sonrisas, más locuras, más anhelos,... Y un beso más detrás de otro, por favor; que son todos y cada uno, los regalos de Navidad más bonitos que podría tener jamás.

18 de diciembre de 2011

Muescas en la piel

Jamás me había sentido tan amada y tan amante. Nunca me había querido rendir con tanta libertad, dar y mostrar todo mi yo a quien completa mi ser y mi identidad. Y ahora, sintiéndole junto a mí, me siento más yo que nunca.
Quiero potenciarme, quiero hacerle feliz y quiero sentirme así por siempre. Es una certeza inmensa, una pasión incontrolable y un romanticismo desbocado e infinito...
Puedo palpar ahora mismo bajo la ropa las cuencas que presionan mi piel. Siempre que me quito la pulsera al ducharme, me deja unas suaves muescas en la piel que adoro acariciar pausadamente. Quizá sea un simbolismo tan minimalista y romántico que no pudiera evitar contárselo a nadie sin recibir como respuesta una sonrisa burlona o una carcajada amarga. Pero sé que en cuanto él lo supiera, se le dibujaría su brillo único en los ojos, y su boca, sincera, se curvaría para regalarme una amplia sonrisa. Y sé sin duda que me besaría, y quizá me cogería de la mano o acariciaría él mismo las muescas. Quién sabe. Probablemente, en ese momento, me abrazaría. Y me sentiría, de nuevo, la mujer más dichosa del mundo.

14 de diciembre de 2011

¿Realidad?

A veces aceptamos la realidad fácilmente. Hay ocasiones en las que (más que pensar) intuimos que algo que sucede, es así. Que tenga sentido o no, a nuestro "sentido común" no le suele importar; principalmente porque el sentido común lo tenemos construido sobre los convencionalismos, sobre la experiencia, y no sobre el perspectivismo o la lógica sobre los que debería estar fundado.
No nos paramos a fiarnos de nosotros mismos. Sólo cuando algo nos extraña o creemos adquirir un concepto nuevo, nos preguntamos: ¿por qué? ¿A qué cuento? O, simplemente... ¿será esto mentira? Pero aquello que no nos sorprende no es menos digno de cuestionar, de hecho, sería más importante cuestionarlo que en el caso anterior. ¿Acaso no es raro de por sí que algo no nos sorprenda, sea por la poca experiencia que tengamos o por lo que nos cuesta aprender? Por lo tanto, probablemente, nuestros actos o nuestra pasividad ante la falta de sorpresa sean así producto de una realidad que ha sido creada ajena a nosotros. La aceptamos, sin rechistar en la mayoría de los casos, por sentirnos cómodos, fijos a un sustrato, sea éste de la naturaleza que sea.
Seguramente os habrá ocurrido. Seguramente hayáis pensado en más de una ocasión por qué no os sorprendéis por tal o cual cosa, o por qué no dudáis de algo.

Y bien, todo esto me viene a cuento... ¿por qué me viene a cuento? Quizá sea porque me he estado sorprendiendo e ilusionando tan frecuentemente que ahora recapacito sobre lo que, día a día, no me resulta extraño.
Y es verdad que vivir sintiendo todo extraño sería verdaderamente incómodo, ¿pero dónde está la frontera entre lo que me hace dudar (sobre mí, sobre mi suerte, sobre las "verdades"...) y lo que acepto sin pensar siquiera? ¿Acaso conocemos la realidad?
Si eso, acaso, aceptamos la realidad fácilmente porque en el fondo intuimos que nada es real.
Y vuelven las metáforas con los sueños...
Y vuelve el "quizá no, pero es hermoso".

11 de diciembre de 2011

La Romanza...

Recuérdalo, cariño...
Hace tanto tiempo que me la enseñaste por primera vez... Me dijiste que me gustaría. Que podríamos tocarla en cámara, antes incluso de saber si íbamos a tocar juntos en clase.
Cuando pedí las partituras entusiasmada sin conocer siquiera a quien las tenía, ilusionada por encontrarte en aquella obra.
Por encontrarte tal como te fui encontrando en cámara, en los ensayos y, finalmente, en el concierto.
En aquel primer día maravilloso en el Cien Fuegos, primer beso, primer veintiuno. Recuerdo cuando me dijiste que habías estado escuchando la Romanza. Y llegamos a cantarla juntos, sintiéndola tan nuestra por primera vez.
Al despedirnos tantas veces, cómo te has ido cantándola, silbándola, tarareándola...
Todas las ocasiones en las que Marigel se dormía y te ordenaba tocarla a otro tempo, te quejabas entre dientes, intentabas llevarla con otro sentir y sonaba ajena a nosotros.
Los ensayos previos al concierto, intentando tocarla rápido...
Y sin embargo finalmente en el concierto salió tal y como debía salir.
A nuestro tempo.
Susurrándonos "te amo" a cada pasaje...
Recordándonos.
Y sintiéndonos...

http://www.youtube.com/watch?v=o9Woll9CwXs&feature=g-upl

4 de diciembre de 2011

Molestias

Cuando enfermo, mi visión del mundo se distorsiona. Todos esos súbitos arrebatos emocionales que tanto me gustan experimentar desaparecen. Si acaso siento alguno, se intensifica momentáneamente el dolor de cabeza. ¿Y qué ventajas observo cuando estoy mala? Quizá sea por mi situación sentimental, que me embriaga de positivismo y alegría, el que exalte todo lo que observo y busque el lado bueno en todo. Y ahora que estoy un poco enferma me afano en valorar estos aspectos.
Cuando enfermo, me apetece trascender a los estudios y al trabajo. Adopto una pose de indiferencia y, pasando desapercibido, me limito a observar, pensando. Y como es menos acusada la influencia de mis sentimientos al pensar, lo comprendo todo mucho más objetivo; y aunque es todo más hermético, me resulta curioso. Porque en realidad todo es curioso incluso cuando la gente se afana en transformarlo en banalidad.
Además de todo esto, me expreso mucho menos y hoy no he hablado prácticamente nada durante todo el día, lo cual también me hace recapacitar sobre la comunicación. Siento excesivo todo lo que habla la gente, todo lo que hace, todo lo que expresa. Me da un poco de rabia también.
Quizá sea porque me gustaría poder expresarme tanto ahora mismo. Hablar y hablar sin parar, sin impedimentos físicos, sin molestias.
Pero sobre todo, desearía vivir tanto como viví ayer...

28 de noviembre de 2011

Irreductible

He conseguido encontrar lo intraducible, cariño.
Aquel tesoro que aun escondido bajo miles y millones de rocas jamás permitió que fuese aplastado por una vida de constantes esmeros por ocultar y así desvirtuar mi fiereza.
Aquel rugido sutil y oculto que tú has encontrado en mí.
Y sin embargo, ahora me he quedado desprotegida.
Las palabras hermosas que brotan de mi bolígrafo me enternecen, agrandan mis momentos, que son los nuestros pues estoy viviendo en nosotros; aquellas escapadas románticas en soledad hacia mi mente, traducidas en mi libreta, son insuficientes, opacas y mueren ante mi incapacidad.
Simplemente no puedo describir lo que ha superado con creces mis expectativas de la hermosura, de la belleza encarnada en ti, del propio sentir en sí. Porque jamás pude haber pensado antes de sentirte como lo hago y como lo hice anteanoche que todo horizonte que había estado divisando hasta ahora era una simple línea que sobrevolaría al primer contacto contigo, con tu esencia, con tu pureza más profunda.
Y así me quedo, desolada, contemplando cómo ni la más hermosa metáfora podrá nunca describirlo; y como tú lo has conseguido y le has otorgado cuerpo en un papel. Grandioso tesoro es éste que procuraré guardar tan fielmente como toda sensación que vivimos.

Y entre mi desolación encuentro un fulgor resplandeciente que siempre me brindará mi corazón.
El saber que lo vivimos y que nunca se negará en el tiempo.
El anhelo de mantenerte por siempre fundido en mí.
Y lo bello que es el hecho de que sea, al fin y al cabo, irreductible en mis meras pretensiones descriptivas.

22 de noviembre de 2011

Vegetales matinales

Leer, entender, subrayar, esquematizar, estudiar.
Vuelta a empezar. Ahora, con el siguiente tema.
Leer, entender, subrayar... esquematizar... y estudiar.
¿Mañana, examen? ¡Qué dices! No...

En efecto, no tiene sentido. Es una cárcel matinal deshumanizadora y grotesca. Es el tener que levantarse cuando aún no brilla el sol, el ducharse si quieres mantenerte más o menos despejada las primeras horas, el vestirse sin mirar apenas el armario y desayunar viendo a tu perro dormir plácidamente.
No le encuentro sentido a este tipo de educación, si se le llama así. Se retracta en sus bellas finalidades teóricas de crear unas nuevas generaciones mucho más inteligentes y cultivadas. Sí, es verdad, nos quieren cultivar... En un huerto, todos iguales, para que de allí no nos movamos. Y yo soy una maldita verdura más.
Prohibida la opinión personal y todo modo de expresión en el que puedas discernir de la mayoría. Dedícate a leer lo que te impongo, a entenderlo, subrayarlo, esquematizarlo y, sobre todo, a estudiarlo por las tardes, Carolina.
Y ten cuidado, tampoco debes reírte mucho por los pasillos o parecer exaltada en clase. Eso son sentimientos, Carolina, y en este centro no se imparte clase de sentimientos.

Hablando sinceramente, jamás hubiera hecho caso de este tipo de recomendaciones. Jamás, en mi vida, hubiera dejado que me arrebatasen mi personalidad, mi libretita y la literatura que me traigo siempre que me da la gana. Y si verdaderamente pudieran imponerme, no iría.
Ahora, entonces, ¿por qué este tipo de rabia, Carolina? ¿Acaso te importa lo que opinen los demás sobre tu acusada personalidad?
No.
Es que me importan los demás. Es el pararme a observar a la gente que me rodea cada mañana, y sentir que podrían expresarse como cada uno de ellos se sintiese verdaderamente, con su identidad. Y sin embargo, casi todos optan por adoptar la identidad estándar del alumno medio.
Y si yo expreso mi opinión personal, el alumno medio estándar debe extrañarse o hacer oídos sordos.
Chicos, miradme raro, adelante, no me importa que me miréis. De hecho, aquí estoy para que lo hagáis. Pero aportad vosotros también vuestras imperfecciones, y no penséis que por identificaros plenamente como vosotros mismos vais a ser algo así como raros.
Ya me veis aquí, tan humana y tan común.
Si me veis rara es que vosotros lo sois conmigo. No os avergoncéis.
Y si me veis loca, habrá que sacar la bella y tranquilizadora conclusión de que tanto yo, como tú y como el resto; todos, estamos igualmente locos.
En definitiva, no dejéis que esta "enseñanza" reprima vuestra locura.

20 de noviembre de 2011

Marea...

Latidos del corazón... Emoción palpitante, el suspense se respira en el aire. Hay gente que grita a lo lejos; no pueden reprimirse, no importa reprimirse.
Me apoyo en la barandilla lo máximo posible. Si me caigo quizá saldría volando. Estoy mojada de arriba abajo, despeinada, sulfurada y aún con lágrimas en los ojos, pero ya nada importa.
Es increíble por el simple hecho de ver a Kutxi Romero salir al escenario. La gente aclama, aúlla y grita. Bienvenido...
Estoy llena de energía, comienzo a cantar a viva voz cada uno de sus versos, dejándome la piel, adorando este estado vitalizante que me completa.

¡Duerme conmigo...! Ha empezado la intro de la guitarra y no reprimo un grito desgarrador. Me invade una fuerza desgarradora y el frenesí de la situación me hace arder.

Quiero rugir, y rujo... ¡Quiero desgarrar!

Corazón de mimbre... La introduce con unos versos maravillosos y comienzan los acordes... Un escalofrío me invade todo el cuerpo y me invade la melancolía y la suma belleza del momento. Las lágrimas asoman a mis ojos, es hermoso, pero le echo tantísimo de menos... Ciudad de los gitanos, Petenera...

Fue intenso y sorprendentemente efímero.
Pasó demasiado rápido y fue demasiado energizante.

Pero todo el concierto fue inmenso y salvaje, y me sentí desahogada...
Y además me dijeron hasta siempre... con perro verde.


16 de noviembre de 2011

Tuyo y mío...


Fue así aquel día, no tan lejano como me parece, ni tan cercano como quisiera que fuese.
Fue así aquel día que compartimos hasta el último momento con ahínco y con dulzura.
Fue así porque no podría haber sido de otra manera. Porque no fue casualidad o circunstancia nuestro amor, porque fue latente y ahora es perseverante, omnipresente, esencial, puro.
Porque observo su corazón en cada línea que tracé del dibujo que le hice mientras escuchaba su música. Porque no fue igual aquello que ningún otro dibujo que jamás haya hecho. Cuando paraba se sonrojaba, sonreía y hablaba atropelladamente. "Sigue, por favor...", le susurraba.
Y a pesar después de notar el frío y la dureza del suelo, ardimos, nos fundimos el uno en el otro hasta que la llama consumió nuestro anhelo.

Ahora, compartiendo su melancolía, recuerdo y anoto unos evocadores versos de Pedro Salinas...
Más allá de ola y espuma
el querer busca su fondo.
Esta hondura donde el mar
hizo la paz con su agua
y están queriéndose ya
sin signo, sin movimiento.
Amor
tan sepultado en su ser,
tan entregado, tan quieto,
que nuestro querer en vida
se sintiese
seguro de no acabar
cuando terminan los besos,
las miradas, las señales.
Tan cierto de no morir,
como está
el gran amor de los muertos.


1 de noviembre de 2011

Cosquillas

Cavaba mi padre con la azada un hoyo circundante al fino tronco del pino.
La hierba saltaba como fuegos artificiales y el sonido del metal al chocar contra las piedras me hacía estremecerme y cerrar los ojos involuntaria y violentamente.
Cuando el hoyo estaba lo bastante hondo, él me pidió que inclinara el tronco. Consideró cortar la última raíz a golpe de azada y doblando éste le sería más fácil.
Pero el primer golpe se desvió. Dio a parar contra la tierra y casualmente partió una piedra. De debajo de ella, por la grieta que había hecho, empezaron a salir hormigas.
Mientras, mi padre seguía a su labor.
Salieron más hormigas de las que me esperaba. Empezaron a corretear en fila y escalando las briznas del césped hasta alcanzar la altura de mis pies. Estaban todas debajo de mí.
De pequeña me encantaba aplastarlas. Tapaba con una roca o arrastrando tierra el hormiguero y aquellas que querían volver y que se aturdían al llegar hacia mí eran pisoteadas.
Ahora me río de todo ello. Si fuera verano y llevase sandalias, dejaría que me escalasen al pie. Cuando notara las cosquillas a la altura del tobillo, agitaría la pierna y caerían de nuevo al suelo, aturdidas pero ilesas.

De pequeña me gustaba conservar mi más íntima naturaleza. Adoraba sentirme especial y solía hacer chiquilladas para ocultar mis sentimientos.
Ahora me gusta demasiado ocultarme tras la vergüenza hacia la opinión y los prejuicios. Adoro sentirme rara y suelo hacer locuras para mostrar mis sentimientos.

De pequeña no sabía disfrutar de las cosquillas que te hacen las hormigas.
E ignoraba tantísimas cosas...

25 de octubre de 2011

Suspense...

Hay algo más que palpita sobre nuestro pecho. Hay un frenesí, un pequeño nerviosismo constante en nuestro brillo.
Adoramos mirar las estrellas porque su calma, su estabilidad, nos asombra y nos envuelve.
Me es difícil asimilar que sus ojos no son verdes, porque me inspiran tal esperanza. Verde viento, verdes ramas...
Son otra vez mis tiernas locuras.
Y cuando se hace el silencio es cuando más escucho su color. Todo lo que pretendí enrevesar y con lo que con tanto ahínco me intenté confundir ahora deshace sus nudos y se destrenza.

Me encuentro junto a él. Cuando siento su aliento cálido y la leve presión de sus manos, siento un silencio verde, destrenzado. Noto un rumor de agua y el tacto de las plumas. Cierro los ojos y espero, hundida en tal calma, un nuevo beso, su contacto. Entonces todo se queda en suspense. Y mi recuerdo lo guarda con precisión.
El movimiento de sus labios.

20 de octubre de 2011

Son luces que llevamos sobre nuestras cabezas.

Hay dulzura infantil
en la mañana quieta.
Los árboles extienden
sus brazos a la tierra.
Un vaho tembloroso
cubre las sementeras,
y las arañas tienden
sus caminos de seda
-rayas al cristal limpio
del aire-.

En la alameda
un manantial recita
su canto entre las hierbas.
Y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
ignorado y humilde,
el paisaje contempla.

La divina quietud
de la naturaleza
le dio valor y fe,
y olvidando las penas
de su hogar deseó
ver el fin de la senda.

Echó a andar e internóse
en un bosque de yedras
y de ortigas. En medio
había dos ranas viejas
que tomaban el sol,
aburridas y enfermas.

"Esos cantos modernos,
-murmuraba una de ellas-
son inútiles." "Todos,
amiga -le contesta
la otra rana, que estaba
herida y casi ciega-.
Cuando joven creía
que si al fin Dios oyera
nuestro canto, tendría
compasión. Y mí ciencia,
pues ya he vivido mucho,
hace que no la crea.
Yo ya no canto más... "

Las dos ranas se quejan
pidiendo limosna
a una ranita nueva
que pasa presumida
apartando las hierbas.

Ante el bosque sombrío
el caracol se aterra.
Quiere gritar. No puede.
Las ranas se le acercan.

"¿Es una mariposa?",
dice la casi ciega.
"Tiene dos cuernecitos
-la otra contesta-.
Es el caracol, ¿Vienes,
caracol, de otras tierras?"

"Vengo de mi casa y quiero
volverme muy pronto a ella."
"Es un bicho muy cobarde,
-exclama la rana ciega-.
¿No cantas nunca?" "No canto",
dice el caracol; "¿Ni rezas?"
"Tampoco: nunca aprendí."
"¿Ni crees en la vida eterna?"
"¿Qué es eso?"

"Pues vivir siempre
en el agua más serena,
junto a una tierra florida
que a un rico manjar sustenta."

"Cuando niño a mí me dijo,
un día, mi pobre abuela,
que al morirme yo me iría
sobre las hojas más tiernas
de los árboles más altos."

"Una hereje era tu abuela.
La verdad te la decimos
nosotras. Creerás en ella",
dicen las ranas, furiosas.

"¿Por qué quise ver la senda?",
gime el caracol. "Sí creo
por siempre en la vida eterna
que me predicáis..."
Las ranas,
muy pensativas, se alejan,
y el caracol, asustado,
se va perdiendo en la selva.

Las dos ranas mendigas
como esfinges se quedan.
Una de ellas pregunta:
"¿Crees tú en la vida eterna?"
"Yo no", dice muy triste
la rana herida y ciega.
"¿Por qué hemos dicho, entonces,
al caracol que crea?"
"Porque ... No sé por qué",
dice la rana ciega.
"Me lleno de emoción
al sentir la firmeza
con que llaman mis hijos
a Dios desde la acequia..."

El pobre caracol
vuelve atrás. Ya en la senda
un silencio ondulado
mana de la alameda.
Con un grupo de hormigas
encarnadas se encuentra.
Van muy alborotadas,
arrastrando tras ellas
a otra hormiga que tiene
tronchadas las antenas.
El caracol exclama:
Hormiguitas, paciencia.
¿Por qué así maltratáis
a vuestra compañera?
Contadme lo que ha hecho.
Yo juzgaré en conciencia.
Cuéntalo tú, hormiguita.

La hormiga medio muerta
dice muy tristemente:
"Yo he visto las estrellas."
"¿Qué son estrellas?", dicen
las hormigas inquietas.
Y el caracol pregunta
pensativo: "¿Estrellas?"
"SÍ", repite la hormiga,
"he visto las estrellas.
Subí al árbol más alto
que tiene la alameda
y vi miles de ojos
dentro de mis tinieblas."
El caracol pregunta:
"¿Pero qué son estrellas?"
"Son luces que llevamos
sobre nuestra cabeza.
Nosotras no las vemos,"
las hormigas comentan.
Y el caracol: "Mi vista
sólo alcanza a las hierbas."

Las hormigas exclaman
moviendo sus antenas:
"Te mataremos, eres
perezosa y perversa.
El trabajo es tu ley."

"Yo he visto las estrellas",
dice la hormiga herida.
Y el caracol sentencia:
"Dejadla que se vaya,
seguid vuestras faenas.
Es fácil que muy pronto
ya rendida se muera."

Por el aire dulzón
ha cruzado una abeja.
La hormiga agonizando
huele la tarde inmensa
y dice: "Es la que viene
a llevarme a una estrella."

Las demás hormiguitas
huyen al verla muerta.

El caracol suspira
y aturdido se aleja
lleno de confusión
por lo eterno. "La senda
no tiene fin, exclama.
Acaso a las estrellas
se llegue por aquí .
Pero mi gran torpeza
me impedirá llegar.
No hay que pensar en ellas."

Todo estaba brumoso
de sol débil y niebla.
Campanarios lejanos
llaman gente a la iglesia.
Y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
aturdido e inquieto
el paisaje contempla.

Federico García Lorca, "Los encuentros de un caracol aventurero"

18 de octubre de 2011

Aquello

Me sacó aquellas tres cosas.

"Quiero que guardes todas las noches que hemos pasado juntos."

"Quiero que guardes toda nuestra historia juntos, ilustrada además por una gran escritora, o por lo menos según Mercedes Molina."

"Y... quiero también... que guardes nuestro principio." Me sacó el cuaderno. Miré la portada y no me cupo ninguna duda. Sólo sentía aquello que notas cuando ves una foto de una época lejana, bonita, y te trae buenos recuerdos... y nada más.

"Espero que te vaya todo muy bien, Carol. Pero no te quedes sola. Eso no te lo mereces. La gente te quiere mucho, tus amigas te quieren mucho [...]." Lo miré. No sabía cómo había sentido lo que estaba pensando. Merecía quedarme sola. Sintiera lo que sintiese ya, todo había ido demasiado lejos. Ahora estoy menos confusa, y sin embargo no me perdonaré nada de lo que hice hace poco, no porque lo hice, sino por cómo lo hice. No lo tuve claro y herí de corazón a varias personas. Y ahora siento que debo rehacer las cosas, con más seguridad, más fuerza, más sinceridad... y sola. Y me dice que no merezco estarlo.

"Espero que te vaya muy bien en el mundo de la música." Él nunca supo nada de ese mundo, era mío y me permitió que lo fuese mientras le amé. A veces me hubiera gustado compartirlo, pero era imposible. Supo burlarse y respetar mi música a la vez. Supo quererla un poco sin comprender por qué me lleva tanto tiempo día a día. Es mi pasión. Y ahora él, que se aleja para siempre de todas mis pasiones, lo va viendo claro. Le dediqué una media sonrisa.

Vi al trasluz el brillo de una lágrima que se había resbalado por su cara. Su sonrisa estaba vacía de esperanza, se la he arrebatado toda y me la he adueñado. Lejos de aquí encontraría a alguien que le tratase mejor que yo, y que fuese mil veces mejor, y estoy convencida de ello. Si no lo estuviese, ahora estaría llorando de culpabilidad. Pero esto ya es un nuevo capítulo, y estoy espectante por saber cómo le irá. Volverá a ser como era antes de que llegase a él, sólo que con algunas rarezas que le he pegado... Y esperaré a ver cómo me sonríe, cuando tengamos otras vidas. Y me sentiré orgullosa porque ese hombre, en un tiempo, me completó. Porque experimenté cómo le amaba y cómo dejaba de hacerlo. Porque hoy me ha hecho sentir verdaderamente libre de aquellos remordimientos.

Ahora que he guardado todos los regalos, he pensado si le habría contestado a su última pregunta lo mismo que hace dos años si le siguiera amando. Creo que la respuesta aquel día tan lejano fue tan espontánea y tan sentida que le hubiera contestado exactamente lo mismo. Pero él no ha esperado a que le contestase. Ya le he dicho que no le amaba a él. Sabía que no iba a decirle aquello que aliviara su corazón, pero sigue teniendo muy reprimida una esperanza ciega en nosotros, y no tiene ninguna en él ni en sus posibilidades.

Yo, sin embargo, puedo saber su futuro. Si no cambia su sonrisa y mantiene su carácter intacto, encontrará a muchas personas mucho más especiales allá donde vaya.

Mientras yo forjaré este nuevo capítulo aparte con estos nuevos sentimientos. Con esta nueva ansia de fiera. Con este afán de bohemia. Con mi piano a cuestas. Con las pequeñas cosas y las sonrisas grandes. Conmigo.

Y gracias por esto y todo aquello, Carlos.

11 de octubre de 2011

Mi fortaleza

Ha sido un día de los de pasar
que aún me queda por pasar...

Ha sido un día de irradiar carácter.
Porque sin otra cosa, qué se puede hacer...

Pero no he cometido el error de siempre. No he caído en la apatía ni en esa melancolía que acababa con mis fuerzas. No. Es evidente que es el momento en el que tengo que creer en mí. Me explico...
Pretendía hacerme pensar que necesitaba que me hicieran feliz. Y es cierto que necesitaba sentirme amada, pero por mí. Abrirme a mi verdad y aceptarme así, tan horrible y tan maravillosa como soy. Debo ir aprendiendo a valorar la independencia de la que en esta época puedo sacar provecho.
Si todo está tan confuso, si hay una bruma que cubre con la duda cualquier expectativa futura, sólo será mi propia voluntad, individualizada, la que me sacará de todo esto.
Quizá llegue el momento en el que pueda demostrarme hasta dónde puedo llegar. Hacer el camino sin necesidad de terceras personas.

Se engañarán si creen que no puedo hacerme fuerte. Jean-Jacques lo hizo y me está enseñando cómo seguir sus huellas:
-Valora tu soledad como la compañía que más te ayudará a conocerte.
-Nunca olvides anotar toda reflexión que tengas. Cuanto más absurda parezca la idea, más importante es preservarla.
-No dejes que la gente te convierta en su presa. Por más que aparentes serlo, conserva la fiera que guardas latente.
-No te insensibilices. Sabes que para un paseante solitario sólo sería una meta imposible. Siente, de piel para dentro, todo cuanto puedas. Pero cuanto más muestres tu sentir, más débil serás. Y la fiera será una presa.
-Todas las penas más vivas pierden su fuerza para quien vea en ellas la compensación grande y segura.
-No seas falso y pérfido como ellos. No te falles. Antes que actuar con banalidad, dedícate a observar. Son peligrosos y te dañarán. Ellos también tienen garras, no lo olvides.
-Nunca desprestigies los valores humanos. No los infravalores por mucho que la gente quiera destrozarlos. Eso sólo es de horribles, y tú no lo eres por más que insistan.
-Jamás les hagas mal, aunque ellos te lo hallan hecho a tí o tengas la sospecha de que lo harán. Nunca le alcanzarás al mundo en el arte de perjudicar y no aliviará tu sentir. Perderás tu estima y ganarás remordimientos. Aquí estamos para valorar.
Y la última, y más importante:
-Sé fuerte con dulzura.

Gracias, Jean-Jacques.
Gracias, con dulzura.

9 de octubre de 2011

"Horrible"

Es aquella palabra en la que he pensado al mirarme al espejo.

8 de octubre de 2011

El fulgor...

No podía parar de reírme.
Era tan prolongado que parecía destinado a la infinitud.
Era tan repentino que parecía una locura.
Era tan bello que parecía una ficción.

Su mirada suave y dulce, su pelo denso e indómito cubriéndole el cuello, su piel clara, su gran cuerpo...
Su aliento cálido al abrazarme, al rozarme la piel.
Todo su carácter pasional, la emotividad que rebosa, su voz de león. Sus pequeños mordiscos.
Mis besos rápidos, atacándole. Sus sonrisas al sorprenderle. Mis ronroneos, sus caricias por mi espalda.
Su manera de apretarme la mano cuando nos las cogemos, comprobando si es todo real, calentándome la piel.
Su graciosa obsesión por la seguridad al cruzar la calle y por tener un cierto control de la situación.

Y sus miradas furtivas. Las adoro, las miradas furtivas. Las hace para comprobarme, para llevarme a su realidad, a nuestro mundo, para objetivizar mi visualización exterior. Si le pillo y le devuelvo la mirada, me sonríe escuetamente con aquella sonrisa maravillosa, arrebatadora. Me pide en silencio que le devuelva la sonrisa y, a veces, cuando me pilla por sorpresa, me hace reír para mis adentros.
Aún preservo la vergüenza. Aún deseé yo también mirarle furtivamente más a menudo, aunque con algo de temor a que me descubriera. Tuve un gran margen a todo este tipo de emociones que me sobrevenían... por una simple e infundada indecisión.

Pero supongo fue anoche el abrazarle tan de cerca y el roce de nuestra nariz, y todo se redujo a nosotros dos. En mi cabeza sonaba nuestra Romanza. Un gran vuelco al corazón y cuando abrí ligeramente los ojos ahí estaban ya rozándose nuestros labios...
Fue entonces cuando no pude parar de reírme.

4 de octubre de 2011

Desgarrar carne

Hoy he caído en qué estaba cambiando mi vida. Hoy he rozado y atisbado una libertad hermosa, una independencia que, por ser propiamente efímera, me ha resultado refrescante y muy, muy seductora.
Hoy me he dedicado a ser yo misma. Me he dedicado a sacar con todas mis energías mi potencial, a mostrar al mundo mi carácter innegable y mi voluntad.
¡QUIERO SER YO!
Hoy no he cesado de escuchar Liszt. Hoy he leído a Rousseau y he escrito mil notas dementes en mi libretita. Hoy no he aparentado, me he reído de las tonterías de mis amigos y no he parado de preguntar en Filosofía.
Hoy mi anterior yugo ha venido como de costumbre y me he sentido renovada y salvaje. Sólo es un amigo ya, el cauce del río ha cambiado de nuevo. Le he mirado normal y le he arrancado una sonrisa, me ha dicho que estaba peleona.
-Pues me gusta-
He tocado el piano y he volado, Papillons... Incluso escuchando Mozart me siento fuerte.
Es la vida, es la juventud en su apogeo.
Es querer vivir, desgarrar carne:

Desearme,
Y sentirme independiente.

2 de octubre de 2011

Mis incongruencias. Mis jolgorios.

Podría haber sido una borrachera cualquiera. La primera, y muy divertida...
Sin embargo esta tarde me han asaltado los recuerdos de anoche y he empezado a conjeturar, a reflexionar y a analizarme a mí misma un poco más que de costumbre. Creo que no era todo un sinsentido y que atendía a mi estado emocional.
Lo recuerdo todo a trazos.

Un trazo azul: el fuego.
La mirada pícara del camarero. Cogió un mechero y les prendió fuego. Del vasito salió una tenue llama azul, y fue uno de los momentos "petrificados", como me gusta llamarles. Cuando tomas una especie de fotografía mental al instante, sin premeditación alguna, y tu mirada se queda parada también en el tiempo, perdida y atenta. Todo esto en la magia de una macromilésima de segundo.

Un trazo gris: la acera por donde pisábamos.
"Ando raro", repetía constantemente. Mis zapatillas negras con sus cordoneras de un blanco brillante me mareaban. Quería mantener un paso recto, pero no el paso con el que andaba. Mis pies me daban igual. Me bullía la cabeza de pensamientos e intentaba reordenarlos. En vano.

Un trazo lila: los focos.
Siempre será lila, no cambiará. No, siempre va a ser igual... Siempre igual... Sé que todo esto esconde algo. Sé que significa algo, y sé a lo que me refería. Y hasta que no llegó el momento en el que sentí el calor, no lo pensé. ¡Tonta, el cambio es siempre lo eterno! Tonta, es azul, ¿cómo no va a serlo...? Y así, las bellas coincidencias me hicieron sonreír.

Y numerosos trazos más, superpuestos unos sobre otros en una noche caótica e interesante. Sin pudor, hablé como me gustaría hablar. Sin miedos, con todas las incongruencias amontonadas, con mi pequeña dosis de demencia, que nadie lo entienda,... Y entre innumerables risas sin sentido.

28 de septiembre de 2011

Las ensoñaciones del paseante solitario

Te encontré. Sin siquiera buscarte, te adentraste en mí.

Pocos me sumergen de esta manera. Tú eres uno de ellos. Muchos menos me empapan con sus palabras, gotas de lluvia, salvaciones en aulas grises de gris ciencia, grises compañeros, aire gris.

El pupitre (más gris verdoso que verde grisáceo, debo añadir) se alía con su ser y su existir en el espacio para permitir abstraerme en el tiempo. Cuánto hubiera dado, fiel confesor, minúscula salvación entre la monotonía de las mañanas, por pasear junto a tí y haberte podido leer el pensamiento a tu paso. Y sin embargo en estos días semigrises, semiverdes, tus palabras me despiertan para mirar por la ventana.

Te he compartido, al fin y al cabo, y siento haber desprestigiado ciertamente tus palabras al llevármelas a mi terreno, autoidentificándome. Pero eres dulce, dulcísimo. Renegado, un incomprendido que quiere ser incomprendido, un amador, un romántico encerrado por su época, por sus condiciones, por sus circunstancias.

Por sí mismo y por su capricho, en cierta manera.

Comprenderás por qué me autoidentifiqué, Jean-Jacques.

Porque no sé qué harás con las flores que portas. Porque miras y crees verlo negro. Y en el fondo sabes que no es porque tú estés ciego.

En el fondo, lo sabes.

18 de septiembre de 2011

La naturaleza del cambio. El drama de lo temporal. Semilla en la tierra.

" La vida y la muerte están contenidas en la misma semilla y en medio solamente se halla el tiempo, es decir, nada esencial sino sólo una medida que acaba colmándose. Con este ejemplo se puede aprender qué es lo eterno: el cambio, y qué es lo temporal: la existencia."
Arnold Schönberg

Y esto me hace rememorar mi canción eterna...
"Y cada uno en su camino
va cantando, espantando sus penas.
Y cada cual en su destino
va llenando de soles sus venas.
Y yo aquí sigo en mi trinchera, corazón, tirando piedras
contra la última frontera:
la que separa el mar del cielo,
del color de tus caderas.
La que me lleva a la guerra
a ser semilla en la tierra..."
Chaouen

13 de septiembre de 2011

Tonta.


Así me acuso, y me acusaré para siempre por este grave error. He desconfiado de la Confianza en persona, escondí ante mis narices el sentido al amor, el más ardiente de este mundo... hasta que le he mirado los ojos.
Es infinito amor, es rebosante, siempre espectante por verme sonreír y por sacarme algunas risas. Se me empañaba la vista, empezaba a bajar la cabeza, angustiada por todo el huracán de sentimientos que estaba experimentando, y me cogió de la mano. Hablamos, me abrazó.
Se va...
Lo he comprendido, y lo comprenderé durante su ausencia. Será duro, es cierto, pero siempre me quedará la certeza de saber que, allá donde vaya, conservará esta mirada. Conservará su corazón y siempre, siempre, me conservará a mí aquí, esperándole para cuando vuelva a nuestro encuentro.
Realmente, nunca habrá razón ni motivo alguno para sentirle lejos.
Siempre estará debajo de mi piel.
Entre la poesía, siempre en movimiento.



Siempre inefable...

10 de septiembre de 2011

Un día fatídico y una luz que me amaina. Paranoia de relajación.

Frente a una noche catastrófica, ante todo el dolor que me irá causando y todas las heridas que me va abriendo, mi corazón se ha calmado. Ha comenzado la tormenta más dura que jamás haya vivido y por la que me marchitaré mil veces más de lo que me haya imaginado. Sin embargo, me he sentido impulsada inexorablemente a llorar, sincerarme y sentirme escuchada por una luz que, tras aguantar, insistir y argumentar frente a una cabeza hueca (pues todo lo alberga el corazón), me ha hecho llegar a sonreír.
Y lo repito.
Sonreír.
Esta luz ha logrado que llegara a vislumbrar la vida y su horizonte, y su infinita paciencia y su incansable sabiduría han logrado que por un momento pensara más allá del llanto. Me ha llegado a otorgar un momento de profunda calma interior que llevaba sin experimentar muchísimo tiempo, si no era nunca, y que necesitaba por la ráfaga de circunstancias que se cernían sobre mí. Concretamente, me ha apoyado de tal manera que ha creado por un momento fe en mí misma y en su poder para serenarme. En este momento ha sido cuando he respirado hondo, y comprobando que la ansiedad iba mitigándose he juntado yema a yema los dedos de ambas manos y, sintiendo el calor que desprendía mi piel y reconfortándome por ello, he comenzado a separar los dedos corazón con idéntico movimiento y con la máxima concentración que me era posible.
Resultado: un descubrimiento compartido. Una paz compartida. Serenidad, conseguida por medio de la ayuda de quien podría ser mi amigo del alma y de quien es, ahora y en estos momentos, mi salvación, mi horizonte, mi luz.

El coletero rojo, por cierto, se va ajustando curiosamente al tamaño de mi muñeca. Bellas coincidencias.

4 de septiembre de 2011

¿Aplacarlo?


El sentimiento es la ley.
La verdad absoluta
es que vivimos sublimados al corazón.
La verdad más dura
es la de aceptarlo.

En todo este frenesí de decisiones, en este cúmulo de ilusiones y desengaños, tras el telón de acero entre la razón y el sentir, existe un baobab.
-Y sí, quizá resulte una burda copia de "El Principito". Pretendía, sin embargo, hacerle un pequeño homenaje a mi lectura favorita. La principal enseñanza que saqué de este libro es que el corazón y la intuición de un niño, su esencia, son nuestra cura. Por tanto, y como me considero inmensamente infantil, quería dedicarle un espacio a mi corazón, y a la poca intuición que me queda.-
Como decía, entre nuestras dos mitades hay un baobab. Éste es nuestra perdición, puesto que una vez que penetran sus raíces, perforan el terreno hasta resquebrajar nuestro mundo.
Esta metáfora con ramas se alimenta y crece conforme intentamos aplacar al corazón. Pese a esto, disminuye de tamaño cada vez que el corazón se siente escuchado.

Con una realidad tan certera, tan bella y tan dramática,
sólo me queda por añadir
que su crecimiento se puede ralentizar...
sonrisa a sonrisa.

1 de septiembre de 2011

Escribiendo en el bar

>Qué guapa estás pensando...<
¿... en sandeces?
En el caos de querer estar cuerda.
En mi delirio
y el de mis congéneres.
Son frases que nunca se olvidan, ni se recuerdan y que por eso escribo,
se apartan de la realidad.
La mentira reina con mano de hierro
mientras mi pensamiento me hace hundirme en mi más íntima fealdad:
mis tonterías.

Gracias, Iván ;).


25 de agosto de 2011

Antes que el huevo y la gallina, aquel grillo.



Antes del comienzo, antes de la vida y la discordia, de la tierra y del mar. Antes de la primera caricia, del primer asesinato, antes de nacer la sonrisa y de morir la calma… Antes, incluso, de todo lo que nos percatamos, existió el detonador que nos hizo percatarnos de ello.


El grillo no calló por hacernos ver cómo la noche caía sobre nosotros.

Nos regaló el suspense del atardecer

y el misterio de la oscuridad.

El grillo, en la noche, no nos observa ni se deja observar:

sabe que todos estamos locos desde nuestro principio

y moriremos en nuestro delirio de pasiones.

Sabe que los locos siempre estamos chiflados,

y el vivir paso a paso nos aturde aún más.

Sabe que nuestro corazón se marchita tras florecer

y el grillo, en la noche, alberga el rocío de la mañana.

El grillo, así, es serenidad, es calma,

es aquel presente que vive para la noche

y nos la presenta a la vez.

Por ello, no nos envidian;

los grillos siempre están allí y nosotros a ratos:

he ahí que del grillo sea la magia

de la noche, la inspiración

y del humano, la demencia...


Por Dalí, que siempre me hizo pensar en los locos. Y en locuras.

24 de agosto de 2011

"¡Dios ha muerto!" frente a "¿Dios ha muerto?"


De una manera u otra, los hay que lo creen presente, lo veneran, se arrodillan y, de alguna manera, lo ven. Le hacen un hueco entre sus preocupaciones y lo invitan a otorgarles felicidad a cambio de fe incondicional. ¿Incondicional...?

Recientemente fui sorprendida por una creyente. Estaba jugando y haciendo burla a una escultura despreocupadamente y ella, detrás, sonreía cordialmente aunque preocupada. Sufría pero quería permanecer ajena a la imagen. Me aparté incómoda sin pensar que le preocupaba más de lo aparente. Pero fue así, como pude comprobar acto seguido.
Me aparté, nos apartamos, y una vez sentada a la orilla del río me di la vuelta. Estaba limpiando la estatua con toallitas, de arriba a abajo, y poco a poco lograba sacarle brillo a los pies de aquel monje de bronce.
Y sin decir absolutamente nada, se fue andando, ligera, con la cabeza algo agachada pero con la mochila bien asida, de donde había sacado sus impolutas toallitas...

-Si Paulo Coelho hubiera estado en la escena, no hubiera tardado en redactar un bonito libro inspirándose en todo esto. Él sabe muy bien cómo destapar la moral casi perdida de la religión, y cómo mitificar el espiritualismo. Allá hubiera ido el guerrero de la luz...-

Me la imaginé con su sonrisa y su pasividad yéndose por el empedrado de Praga hasta llegar al bosque del pie de la montaña, donde se desvanecería con su sonrisa de fantasma y su presencia de fantasma. Y al momento de desvanecerse, caerían todas las toallitas sucias y volarían hasta donde estuviese yo, "A orillas del río Moldava me senté y observé".
Pensé que Dios había muerto, lo sentí. Y pensé que le estaba limpiando la tumba, trayéndole un ramo de flores a su lecho...
Con todo mi respeto, descanse en paz. Los hay que le guardan pleitesía y siguen hicándose las rodillas. Por mí, de acuerdo. Y hasta que deje de ver las toallitas volando sobre mí, seguiré creyendo en la existencia de las sonrisas de fantasma.
En la de Dios, no tanto.

22 de agosto de 2011

La esperanza

Para mi bien, todo fue un simple episodio, desagradable pero efímero, como todo...

No conocemos el futuro y nos olvidamos por un tiempo del presente. Pero el presente era nosotros, y aunque fuera desfavorecedor o desalentador, el presente nunca es incierto. Lo conocemos, siempre, pero no su rumbo, no su futuro. Por ello, solemos entristecernos y pensar que la esperanza responde a este rumbo. No, nunca. La esperanza corresponde a la posibilidad, y la situación nunca está acabada por el simple hecho de serlo, de existir en su significado.

Así, la esperanza es un medio. Es una guía... Es un siempre podrá. Y un nosotros siempre nos envuelve...


Además, los recuerdos de aquel estado de ánimo, de las sensaciones que describí los últimos días, me hacen rememorar unas páginas de mi libretita, que escribí en Benicassim pensando en cómo se alternan la noche y el día en mi corazón, inspirándome en unos momentos reflexivos que tuve junto a un amigo bajo la noche de Ibi, y bajo sus estrellas:

Ni siquiera el mar alcanza las estrellas,

ni el árbol más alto

ni el sentimiento más fuerte

llega a ellas.

Las estrellas se ríen con sorna,

se mofan de nuestras esperanzas presentes y para consolarnos nos regalan noches futuras,

magia estrellada, estrellas añoradas...

noches de melancolía bajo el cielo nocturno,

de reflexiones taciturnas y brillo en los ojos.

Y mientras nosotros les sonreímos, ellas nos lloran al cielo oscuro

y éste, expandiéndose, llama a los grillos, a la brisa, al misterio;

y todos juntos, necesitados de luz

piden a la luna que deje alzarse al sol,

llegando su final y nuestro principio:

el Día.


19 de agosto de 2011

Autoengaño

Práctica constante, frialdad anónima e indiferencia.
Me pregunto por qué aún no he reventado a llorar... Quizá es que interiormente estoy deseando ser un autómata. Desde aquella mañana no quise pensar, no quise sentir y tampoco herirme... pero es inevitable.
Noto como poco a poco, por cada letra, por cada movimiento, me voy abriendo. Necesitaba escribir y estoy repulsando la libreta, pero el ordenador parece no captar mi dolor. Ninguna tecla expresa nada y eso me encanta...
No quiero pensar que nada ha acabado, porque no ha ocurrido. Sólo hay que pensar con frialdad. Sólo hay que impedir que salgan a la luz algunos recuerdos, que otros más superficiales emerjan y así continuar caminando.
Todo se derrumba. ¿Por qué yo, por qué él? No, no me lo creo. No me lo quiero creer. No podría vivir así.
Hasta pronto, ya no puedo más.

18 de agosto de 2011

Vacío...

Qué hacer con todo esto si el mal no procede de mi interior...
Cómo reaccionar cuando se tiene el corazón lleno... pero todo lo que le rodea es vacío...
Incluso con la calidez de las risas de la gente a la que quieres, incluso sopesando que el cambio no tiene por qué ser negativo, el corazón me puede.
Actuando con bondad y con paciencia, reprimiendo la necesidad de besarle de nuevo. Así es como estoy creyendo que se tornará todo a mi favor. Pero sea como sea, no es elección mía.
Desgraciadamente, mi corazón pende de su hilo. Y él necesita encontrar un rumbo, y es un año de cambio.
Cómo actuar si sé que me Ama pero nada será lo mismo.
Cómo calmarme si no puedo expresarlo ni en una estúpida libretilla de papel.

Bach...

11 de agosto de 2011

La calma


Es la sombra que siempre se asoma
en la infinitud del mar.
Es el silbido de la desolación que las olas acompañan.
Es resumir todo en un sonido que recuerda al silencio, sin serlo ni mucho menos.
Es el recordatorio de que hay mucho más,
con noches y auroras.
Hacerte ver, por los ojos del gato en la noche, por los del insecto espectante, por los ojos del propio ciego,
que somos los que no vemos nada.
Es encerrarlo todo sin posibilidad de escapar,
es reprimir el grito de guerra
para mostrarnos el silencio del sonido de la marea.

30 de julio de 2011

Aparte

Antes de empezar otro maravilloso viaje a Benicassim, y puesto que me voy con mi amor allí, voy a publicar una especia de poema que perfeccioné en los cursillos de composición y en el curso de Ibi.
Se trata de un cúmulo de ideas y frases que oí y capté donde se refleja mi manera de pensar.
Que el Amor es para entregarlo todo, y actualmente se le llama así al primer lío de cambio en el que más que entregar, se espera todo...
Aquí lo dejo.

EL ESTÁNDAR
Voy perdiendo flexibilidad,
ahí donde lo ves,
tanta información, tanto anuncio, que voy anunciando mis temores:
Me venden política, comida, belleza, drogas,
y no todo sería tan catastrófico
si no ofrecieran amor,
lo desprestigiaran y lo desmitificaran
como un lío de una noche,
un simple "te quiero" o "te echaré de menos"
por un profundo "te amo" de entrega total.
Que nos enseñan que en el mercado
la moda se impone y nos empuja
y el amor va por colecciones
mientras se pasa de fecha el corazón.
Desprestigio del primer y último chupito de la vida
nadie siente ya.
Una nueva era está a punto de dar a luz:
la del autómata insensible
impulsivo comprador.
Consumidor de respiros de vida
que no se ahoga por la superficialidad,
que le conduce a su muerte.
Obsesivo maquinador
de ofertas vacías,
amante del sinsentido.
Adora lo muerto y lo que no huele a muerto,
lo imperceptiblemente difunto que reside dentro de uno mismo.
Envuelve cadáveres mientras
rehuye de la belleza de la vida
no soporta mirarse al espejo sin romperlo.
Quema todo y arde con ello,
pero como no siente,
es inmune al dolor
y al resquemor de perderse entre ninguna parte.

La nostalgia

Si es ella la única que me hace rememorar todo lo que he vivido de este cursillo de música en Ibi, estoy dispuesta a sufrirla. Nunca lo querré olvidar.
Aquel escenario seco, en penumbra, en el que se sucedían las clases y las audiciones, en donde hacíamos un corro al piano y escuchábamos cómo, uno por uno, tocaba, fallaba y era corregido.
Aquel colegio cutre donde los pianos sonaban a clavicordios desafinados y todos nos apiñábamos por tocar.
Aquellas habitaciones donde sólo se dormía a partir de las 5 de la madrugada (con suerte).
Aquellas camas por las que nos escurríamos y donde hacíamos ruidos raros, por decirlo así.
Aquellas noches de reflexiones bajo los pinos y las estrellas buscando patitos tras la valla, y aquellas de salidas nocturnas y risas en los bares.
La emoción compartida y los nervios en las audiciones, el arrepentimiento y el aprendizaje, el compartir la música y la poca experiencia de cada uno.
Todo ello hicieron una mezcla mágica, que espero volver a repetir.

Y aquí se quedan los recuerdos, una vez más.

4 de julio de 2011

La lucha


No es una emoción, es un tipo de perseverancia. Es el motor del mundo
Si no luchas, mueres. Te derrotan, te aplastan, te reducen.
Es importante luchar. Es importante ser fuerte. Y todo esto ha sido, además, fuente de confusión y de caos a lo largo de la historia.
Porque la masa no comprende que la lucha más importante, la que te dicta que seas fácilmente reducible y aplastado, la primaria, es contra uno mismo.
El "afán de superación", como le intenta enseñar la docencia al alumnado. Superarse a sí mismo no es más que aplastar a tu antiguo yo. Conseguir lo que echabas en falta ayer, llegar más allá del convencionalismo. Tu mayor enemigo eres tú mismo.
Y vencer al conformismo es el único instrumento para conseguir ganar la lucha.
"Nunca dejes de luchar por lo que quieres, porque terminarás conformándote con lo que tengas."

24 de junio de 2011

La pasión

Primer paso: salir al escenario. El corazón no para de latir rápido, desenfrenado, acelerándose cada vez más conforme me voy acercando a la banqueta. El piano me mira espectante, yo le miro a él desafiante y el público aplaude: comienza la espera.
Me siento y regulo la altura de la banqueta. Cinco segundos mirando el teclado, recreando la pieza a tocar mentalmente. -¿Estoy lista? -¡No hay tiempo para responder! Y elevo las manos, concentrándome en la presión, el matiz y el pedal. La pieza ya me la sé de memoria.
Todos los nervios van fluyendo, diluyéndose poco a poco y transformándose en deseo. Quiero arder, deseo arder.
Comienza la melancolía de la pieza, do... Do..... DO...... Empieza a doler la sensibilidad. Si ha llorado un bebé, si ha sonado un teléfono, si alguien ha tosido, no los he escuchado. Apenas los he oído, concentración.
Cadencias: claridad, un todo armonioso; ya habrá tiempo para el virtuosismo.
Y poco a poco comienza el crescendo; máxima tensión, llegando al cénit, a la cumbre.
Aparentando que me han desgarrado el alma, una nueva cadencia se deslumbra en el horizonte. Me atropella un poco la emoción, pero he salido ardiendo.
Y vuelve la reexposición del tema con pequeñas variaciones armónicas. Fallo, me equivoco, intento ocultarlo y no pasa nada.
Y apago la música. Disminuyo, me calmo, ya he gritado mucho al mundo, ya he demostrado mi pasión. El piano calla, me mira y aplaude junto al público. Le sonrío primero a él.
Reverencia, algo clásico.
Sinceramente, separarse del piano al final es lo más costoso de la audición.

10 de junio de 2011

¡La espectación!

Dentro de 3 horas estaré viajando rumbo a Grecia, va a ser un viaje de fin de curso inolvidable...

Y todos pensarán que será lo típico de estos viajes, parte histórica y caminatas por el día y fiesta (y beber, y ver a los demás beber, y vuelta a beber...) por la noche. Yo tengo el presentimiento de que no será así.
Tengo la sensación de que será inolvidable no sólo por lo típico; sino por todo lo que podré ver...
Y es que uno piensa que al irse de viaje vas a relacionarte, a aprender, y otro tipo de cosas. Pero en realidad, sentiré. No me limitaré a ir de un lado para otro, comiendo y haciendo fotos.
Sentiré la cuna de nuestra civilización, sentiré el pasado, el mustio presente y el espectante futuro de sus tierras. Sentiré a muchos más ciudadanos del mundo, y sentiré la emoción de los compañeros de a diario.
Otro craso error de todo el mundo es pensar que al irse de viaje aprenderás de ese entorno, y sin embargo del que más acabamos aprendiendo es del que huímos. Este maldito pueblo, esta caótica Iglesia maximizada en la que me encuentro (por poco tiempo), será el foco de mi pensamiento durante casi toda la ruta. Paradójico.

Y es que observar consiste en comparar lo nuevo con lo de siempre.

29 de mayo de 2011

La inmensidad

Me asombra aquello que dicen sobre la infinitud. Que existe algo sin final, que se extiende más allá de lo que puedes sentir; que nunca lo podrás comprobar y que será evidentemente ajeno a tí.
Hoy, la música de Debussy me ha inspirado esa sensación. Es música impresionista, y por lo tanto pretende plasmar una imagen, como un cuadro en la eternidad del que lo ve; sólo que, en el ámbito musical, todo es efímero y se desvanece tras haberlo escuchado. Pues bien, este tipo de música pretendía "fijarse", plasmar y solidificar el mensaje para hacerlo menos perecedero.
Y he sentido un escalofrío al pensar el reflejo que puede tener este mensaje en la realidad. Es el deseo incansable del ser humano de no morir, no desvanecerse, sentirse infinito y seguir sintiendo la vida para siempre.
Quizá ahí está la clave de la música que nos gusta. Digamos que nos vemos dentro de ella, como el abrazo a un ser querido. Digo yo, que nuestra música nos hace sentirnos infinitos. Que nos encierra en nuestra maravillosa inmensidad...

27 de mayo de 2011

El miedo

Aclaro antes que no voy a hablar de él porque haya sido un día especialmente malo, simplemente, es un día.
De hecho, no siento que el miedo sea una emoción. Ni un sentimiento. Es más bien un compañero de infortunios. Nuestro eterno acompañante, nuestra sombra.
No soy desgraciada en absoluto, ni me siento víctima de nada, simplemente he intentado llevar a cabo una jornada de exhaustivo análisis a las relaciones exteriores, a las reacciones de cualquier persona. Os invito a que lo hagáis; quizá sea costoso, adheridos a un mundo tan superficial, pero es muy interesante.
Cualquier reacción ha sido encadenada o se ha visto afectada por el miedo. El miedo nos mueve, nos deja quietos, nos calla y nos manda gritar. Nos vuelve frenéticamente asustados.
Tanta norma, tanto tabú, tanto cumplimiento, tanta corrección. Castigos, castigos, castigos... Y cuando desobedecemos al Rey de nuestras acciones, nos sentimos cohibidos. Nos avergonzamos de ser nosotros mismos y volvemos a someternos.
Es inexplicable cómo hasta la gente que aparentemente es valiente se rinde a él. Es comparable al sentimiento cristiano de sumisión irracional a "Dios"; y para mí, igualmente incomprensible.
Seguiré analizando. Volveré a mirar la sombra de la gente. Me sorprende ver cuán horrible es.

La curiosidad va matando al gato.

28 de abril de 2011

La melancolía

Me sorprende inmensamente poder resumir en una sola emoción todo lo que siento al escuchar a este artista.
Carlos Chaouen, el mejor poeta cantautor que se haya engendrado en este mundo. Me haces sentir una dulce y suave melancolía, de la que me empaña los ojos y me viste los días color sepia. Canciones de todo tipo, reflexionando un poco sobre todo y mucho sobre la vida, la muerte y el amor. Los tres pilares del mundo que quedan reflejados con inmensa belleza y una subjetividad tan humana e incoherente que me hace sonreír. Al escuchar su música, parece que estoy reflejada en armoniosos poemas aterciopelados en música.
Supongo que me cubre la melancolía de no encontrar nunca palabras para todo describir tu música. Una música de autor que he logrado encontrar pero que la lengua ha perdido sin rastro.
¿Indescriptible?


27 de abril de 2011

Los desganados...

Hoy pretendo evadirme por completo del mundo, hasta que se me pase este dolor de cabeza y la inflamación de garganta que estoy sufriendo en silencio.
Hoy, además, menciono una sensación: desgana.
Puede ser leve, grave,... Pero, parándome a pensar, la más dañina, la más sufrible, es la duradera.
Cuando he sentido una leve desgana del mundo, del deber y del malestar físico, he pensado en toda esa gente que diariamente la sufre, se atormenta poco a poco y se consume.
Todo el frenesí que se apodera del mundo moderno, toda esa gente persiguiendo a otra gente, de forma ininterrumpida y atropellada: millones de personas... que sin embargo les crean desgana a otros que las
observan.
Y creo que la gente seguirá desmotivándose al ver a todos aquellos que corren y preguntarse hacia dónde lo hacen, por qué se mueven, donde se encuentra la "meta". Entonces pobres de ellos.

Pobres lo que no entienden que la vida es un camino hacia ninguna parte que te ofrece mil posibilidades, un millón de senderos tortuosos que al fin y al cabo para lo único que están es para que los acabes andando, con o sin prisa, utilizando como utópica meta la felicidad, que será el motor de tu movimiento.

24 de abril de 2011

Hoy

Voy a comenzar a editar todo esto...
Leí hace poco que hay personas que le tienen pánico a las páginas en blanco, que sólo pueden empezar a escribir sin miedo si tiene algo ya escrito.
A mí no me ocurre. De hecho, cuando comienzo algo estrenándolo, por primera vez, me invade una sensación gratificante, infinita, que a cada momento parece que será inacabada y siento que tengo que seguir, seguir, seguir...
Perseverancia, lo llamaría yo.
Mi emoción de hoy, la que me ha invadido esta mañana al abrir la tapa del piano, al ver tantas teclas en silencio, que han sido fabricadas para producir sonido, y que la que debe de llevar la tarea a cabo soy yo, ese frenesí inmediato y no efímero que siento cuando, además, me acompaña la ilusión.
Perseverancia, la que veo como camino a lo que deseo.