19 de agosto de 2011

Autoengaño

Práctica constante, frialdad anónima e indiferencia.
Me pregunto por qué aún no he reventado a llorar... Quizá es que interiormente estoy deseando ser un autómata. Desde aquella mañana no quise pensar, no quise sentir y tampoco herirme... pero es inevitable.
Noto como poco a poco, por cada letra, por cada movimiento, me voy abriendo. Necesitaba escribir y estoy repulsando la libreta, pero el ordenador parece no captar mi dolor. Ninguna tecla expresa nada y eso me encanta...
No quiero pensar que nada ha acabado, porque no ha ocurrido. Sólo hay que pensar con frialdad. Sólo hay que impedir que salgan a la luz algunos recuerdos, que otros más superficiales emerjan y así continuar caminando.
Todo se derrumba. ¿Por qué yo, por qué él? No, no me lo creo. No me lo quiero creer. No podría vivir así.
Hasta pronto, ya no puedo más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario