Necesité dónde liberarme. Donde caer, para volver a levantarme, y donde resurgir para ver el mundo. Lo encontré dentro de mí, y como pequeño diario emocional creé mi primer blog. Espero que os guste. Que algo de mi filosofía os haga vivir.
25 de octubre de 2011
Suspense...
Adoramos mirar las estrellas porque su calma, su estabilidad, nos asombra y nos envuelve.
Me es difícil asimilar que sus ojos no son verdes, porque me inspiran tal esperanza. Verde viento, verdes ramas...
Son otra vez mis tiernas locuras.
Y cuando se hace el silencio es cuando más escucho su color. Todo lo que pretendí enrevesar y con lo que con tanto ahínco me intenté confundir ahora deshace sus nudos y se destrenza.
Me encuentro junto a él. Cuando siento su aliento cálido y la leve presión de sus manos, siento un silencio verde, destrenzado. Noto un rumor de agua y el tacto de las plumas. Cierro los ojos y espero, hundida en tal calma, un nuevo beso, su contacto. Entonces todo se queda en suspense. Y mi recuerdo lo guarda con precisión.
El movimiento de sus labios.
20 de octubre de 2011
Son luces que llevamos sobre nuestras cabezas.
en la mañana quieta.
Los árboles extienden
sus brazos a la tierra.
Un vaho tembloroso
cubre las sementeras,
y las arañas tienden
sus caminos de seda
-rayas al cristal limpio
del aire-.
En la alameda
un manantial recita
su canto entre las hierbas.
Y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
ignorado y humilde,
el paisaje contempla.
La divina quietud
de la naturaleza
le dio valor y fe,
y olvidando las penas
de su hogar deseó
ver el fin de la senda.
Echó a andar e internóse
en un bosque de yedras
y de ortigas. En medio
había dos ranas viejas
que tomaban el sol,
aburridas y enfermas.
"Esos cantos modernos,
-murmuraba una de ellas-
son inútiles." "Todos,
amiga -le contesta
la otra rana, que estaba
herida y casi ciega-.
Cuando joven creía
que si al fin Dios oyera
nuestro canto, tendría
compasión. Y mí ciencia,
pues ya he vivido mucho,
hace que no la crea.
Yo ya no canto más... "
Las dos ranas se quejan
pidiendo limosna
a una ranita nueva
que pasa presumida
apartando las hierbas.
Ante el bosque sombrío
el caracol se aterra.
Quiere gritar. No puede.
Las ranas se le acercan.
"¿Es una mariposa?",
dice la casi ciega.
"Tiene dos cuernecitos
-la otra contesta-.
Es el caracol, ¿Vienes,
caracol, de otras tierras?"
"Vengo de mi casa y quiero
volverme muy pronto a ella."
"Es un bicho muy cobarde,
-exclama la rana ciega-.
¿No cantas nunca?" "No canto",
dice el caracol; "¿Ni rezas?"
"Tampoco: nunca aprendí."
"¿Ni crees en la vida eterna?"
"¿Qué es eso?"
"Pues vivir siempre
en el agua más serena,
junto a una tierra florida
que a un rico manjar sustenta."
"Cuando niño a mí me dijo,
un día, mi pobre abuela,
que al morirme yo me iría
sobre las hojas más tiernas
de los árboles más altos."
"Una hereje era tu abuela.
La verdad te la decimos
nosotras. Creerás en ella",
dicen las ranas, furiosas.
"¿Por qué quise ver la senda?",
gime el caracol. "Sí creo
por siempre en la vida eterna
que me predicáis..."
Las ranas,
muy pensativas, se alejan,
y el caracol, asustado,
se va perdiendo en la selva.
Las dos ranas mendigas
como esfinges se quedan.
Una de ellas pregunta:
"¿Crees tú en la vida eterna?"
"Yo no", dice muy triste
la rana herida y ciega.
"¿Por qué hemos dicho, entonces,
al caracol que crea?"
"Porque ... No sé por qué",
dice la rana ciega.
"Me lleno de emoción
al sentir la firmeza
con que llaman mis hijos
a Dios desde la acequia..."
El pobre caracol
vuelve atrás. Ya en la senda
un silencio ondulado
mana de la alameda.
Con un grupo de hormigas
encarnadas se encuentra.
Van muy alborotadas,
arrastrando tras ellas
a otra hormiga que tiene
tronchadas las antenas.
El caracol exclama:
Hormiguitas, paciencia.
¿Por qué así maltratáis
a vuestra compañera?
Contadme lo que ha hecho.
Yo juzgaré en conciencia.
Cuéntalo tú, hormiguita.
La hormiga medio muerta
dice muy tristemente:
"Yo he visto las estrellas."
"¿Qué son estrellas?", dicen
las hormigas inquietas.
Y el caracol pregunta
pensativo: "¿Estrellas?"
"SÍ", repite la hormiga,
"he visto las estrellas.
Subí al árbol más alto
que tiene la alameda
y vi miles de ojos
dentro de mis tinieblas."
El caracol pregunta:
"¿Pero qué son estrellas?"
"Son luces que llevamos
sobre nuestra cabeza.
Nosotras no las vemos,"
las hormigas comentan.
Y el caracol: "Mi vista
sólo alcanza a las hierbas."
Las hormigas exclaman
moviendo sus antenas:
"Te mataremos, eres
perezosa y perversa.
El trabajo es tu ley."
"Yo he visto las estrellas",
dice la hormiga herida.
Y el caracol sentencia:
"Dejadla que se vaya,
seguid vuestras faenas.
Es fácil que muy pronto
ya rendida se muera."
Por el aire dulzón
ha cruzado una abeja.
La hormiga agonizando
huele la tarde inmensa
y dice: "Es la que viene
a llevarme a una estrella."
Las demás hormiguitas
huyen al verla muerta.
El caracol suspira
y aturdido se aleja
lleno de confusión
por lo eterno. "La senda
no tiene fin, exclama.
Acaso a las estrellas
se llegue por aquí .
Pero mi gran torpeza
me impedirá llegar.
No hay que pensar en ellas."
Todo estaba brumoso
de sol débil y niebla.
Campanarios lejanos
llaman gente a la iglesia.
Y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
aturdido e inquieto
el paisaje contempla.
Federico García Lorca, "Los encuentros de un caracol aventurero"
18 de octubre de 2011
Aquello
Me sacó aquellas tres cosas.
"Quiero que guardes todas las noches que hemos pasado juntos."
"Quiero que guardes toda nuestra historia juntos, ilustrada además por una gran escritora, o por lo menos según Mercedes Molina."
"Y... quiero también... que guardes nuestro principio." Me sacó el cuaderno. Miré la portada y no me cupo ninguna duda. Sólo sentía aquello que notas cuando ves una foto de una época lejana, bonita, y te trae buenos recuerdos... y nada más.
"Espero que te vaya todo muy bien, Carol. Pero no te quedes sola. Eso no te lo mereces. La gente te quiere mucho, tus amigas te quieren mucho [...]." Lo miré. No sabía cómo había sentido lo que estaba pensando. Merecía quedarme sola. Sintiera lo que sintiese ya, todo había ido demasiado lejos. Ahora estoy menos confusa, y sin embargo no me perdonaré nada de lo que hice hace poco, no porque lo hice, sino por cómo lo hice. No lo tuve claro y herí de corazón a varias personas. Y ahora siento que debo rehacer las cosas, con más seguridad, más fuerza, más sinceridad... y sola. Y me dice que no merezco estarlo.
"Espero que te vaya muy bien en el mundo de la música." Él nunca supo nada de ese mundo, era mío y me permitió que lo fuese mientras le amé. A veces me hubiera gustado compartirlo, pero era imposible. Supo burlarse y respetar mi música a la vez. Supo quererla un poco sin comprender por qué me lleva tanto tiempo día a día. Es mi pasión. Y ahora él, que se aleja para siempre de todas mis pasiones, lo va viendo claro. Le dediqué una media sonrisa.
Vi al trasluz el brillo de una lágrima que se había resbalado por su cara. Su sonrisa estaba vacía de esperanza, se la he arrebatado toda y me la he adueñado. Lejos de aquí encontraría a alguien que le tratase mejor que yo, y que fuese mil veces mejor, y estoy convencida de ello. Si no lo estuviese, ahora estaría llorando de culpabilidad. Pero esto ya es un nuevo capítulo, y estoy espectante por saber cómo le irá. Volverá a ser como era antes de que llegase a él, sólo que con algunas rarezas que le he pegado... Y esperaré a ver cómo me sonríe, cuando tengamos otras vidas. Y me sentiré orgullosa porque ese hombre, en un tiempo, me completó. Porque experimenté cómo le amaba y cómo dejaba de hacerlo. Porque hoy me ha hecho sentir verdaderamente libre de aquellos remordimientos.
Ahora que he guardado todos los regalos, he pensado si le habría contestado a su última pregunta lo mismo que hace dos años si le siguiera amando. Creo que la respuesta aquel día tan lejano fue tan espontánea y tan sentida que le hubiera contestado exactamente lo mismo. Pero él no ha esperado a que le contestase. Ya le he dicho que no le amaba a él. Sabía que no iba a decirle aquello que aliviara su corazón, pero sigue teniendo muy reprimida una esperanza ciega en nosotros, y no tiene ninguna en él ni en sus posibilidades.
Yo, sin embargo, puedo saber su futuro. Si no cambia su sonrisa y mantiene su carácter intacto, encontrará a muchas personas mucho más especiales allá donde vaya.
Mientras yo forjaré este nuevo capítulo aparte con estos nuevos sentimientos. Con esta nueva ansia de fiera. Con este afán de bohemia. Con mi piano a cuestas. Con las pequeñas cosas y las sonrisas grandes. Conmigo.
Y gracias por esto y todo aquello, Carlos.