28 de septiembre de 2011

Las ensoñaciones del paseante solitario

Te encontré. Sin siquiera buscarte, te adentraste en mí.

Pocos me sumergen de esta manera. Tú eres uno de ellos. Muchos menos me empapan con sus palabras, gotas de lluvia, salvaciones en aulas grises de gris ciencia, grises compañeros, aire gris.

El pupitre (más gris verdoso que verde grisáceo, debo añadir) se alía con su ser y su existir en el espacio para permitir abstraerme en el tiempo. Cuánto hubiera dado, fiel confesor, minúscula salvación entre la monotonía de las mañanas, por pasear junto a tí y haberte podido leer el pensamiento a tu paso. Y sin embargo en estos días semigrises, semiverdes, tus palabras me despiertan para mirar por la ventana.

Te he compartido, al fin y al cabo, y siento haber desprestigiado ciertamente tus palabras al llevármelas a mi terreno, autoidentificándome. Pero eres dulce, dulcísimo. Renegado, un incomprendido que quiere ser incomprendido, un amador, un romántico encerrado por su época, por sus condiciones, por sus circunstancias.

Por sí mismo y por su capricho, en cierta manera.

Comprenderás por qué me autoidentifiqué, Jean-Jacques.

Porque no sé qué harás con las flores que portas. Porque miras y crees verlo negro. Y en el fondo sabes que no es porque tú estés ciego.

En el fondo, lo sabes.

18 de septiembre de 2011

La naturaleza del cambio. El drama de lo temporal. Semilla en la tierra.

" La vida y la muerte están contenidas en la misma semilla y en medio solamente se halla el tiempo, es decir, nada esencial sino sólo una medida que acaba colmándose. Con este ejemplo se puede aprender qué es lo eterno: el cambio, y qué es lo temporal: la existencia."
Arnold Schönberg

Y esto me hace rememorar mi canción eterna...
"Y cada uno en su camino
va cantando, espantando sus penas.
Y cada cual en su destino
va llenando de soles sus venas.
Y yo aquí sigo en mi trinchera, corazón, tirando piedras
contra la última frontera:
la que separa el mar del cielo,
del color de tus caderas.
La que me lleva a la guerra
a ser semilla en la tierra..."
Chaouen

13 de septiembre de 2011

Tonta.


Así me acuso, y me acusaré para siempre por este grave error. He desconfiado de la Confianza en persona, escondí ante mis narices el sentido al amor, el más ardiente de este mundo... hasta que le he mirado los ojos.
Es infinito amor, es rebosante, siempre espectante por verme sonreír y por sacarme algunas risas. Se me empañaba la vista, empezaba a bajar la cabeza, angustiada por todo el huracán de sentimientos que estaba experimentando, y me cogió de la mano. Hablamos, me abrazó.
Se va...
Lo he comprendido, y lo comprenderé durante su ausencia. Será duro, es cierto, pero siempre me quedará la certeza de saber que, allá donde vaya, conservará esta mirada. Conservará su corazón y siempre, siempre, me conservará a mí aquí, esperándole para cuando vuelva a nuestro encuentro.
Realmente, nunca habrá razón ni motivo alguno para sentirle lejos.
Siempre estará debajo de mi piel.
Entre la poesía, siempre en movimiento.



Siempre inefable...

10 de septiembre de 2011

Un día fatídico y una luz que me amaina. Paranoia de relajación.

Frente a una noche catastrófica, ante todo el dolor que me irá causando y todas las heridas que me va abriendo, mi corazón se ha calmado. Ha comenzado la tormenta más dura que jamás haya vivido y por la que me marchitaré mil veces más de lo que me haya imaginado. Sin embargo, me he sentido impulsada inexorablemente a llorar, sincerarme y sentirme escuchada por una luz que, tras aguantar, insistir y argumentar frente a una cabeza hueca (pues todo lo alberga el corazón), me ha hecho llegar a sonreír.
Y lo repito.
Sonreír.
Esta luz ha logrado que llegara a vislumbrar la vida y su horizonte, y su infinita paciencia y su incansable sabiduría han logrado que por un momento pensara más allá del llanto. Me ha llegado a otorgar un momento de profunda calma interior que llevaba sin experimentar muchísimo tiempo, si no era nunca, y que necesitaba por la ráfaga de circunstancias que se cernían sobre mí. Concretamente, me ha apoyado de tal manera que ha creado por un momento fe en mí misma y en su poder para serenarme. En este momento ha sido cuando he respirado hondo, y comprobando que la ansiedad iba mitigándose he juntado yema a yema los dedos de ambas manos y, sintiendo el calor que desprendía mi piel y reconfortándome por ello, he comenzado a separar los dedos corazón con idéntico movimiento y con la máxima concentración que me era posible.
Resultado: un descubrimiento compartido. Una paz compartida. Serenidad, conseguida por medio de la ayuda de quien podría ser mi amigo del alma y de quien es, ahora y en estos momentos, mi salvación, mi horizonte, mi luz.

El coletero rojo, por cierto, se va ajustando curiosamente al tamaño de mi muñeca. Bellas coincidencias.

4 de septiembre de 2011

¿Aplacarlo?


El sentimiento es la ley.
La verdad absoluta
es que vivimos sublimados al corazón.
La verdad más dura
es la de aceptarlo.

En todo este frenesí de decisiones, en este cúmulo de ilusiones y desengaños, tras el telón de acero entre la razón y el sentir, existe un baobab.
-Y sí, quizá resulte una burda copia de "El Principito". Pretendía, sin embargo, hacerle un pequeño homenaje a mi lectura favorita. La principal enseñanza que saqué de este libro es que el corazón y la intuición de un niño, su esencia, son nuestra cura. Por tanto, y como me considero inmensamente infantil, quería dedicarle un espacio a mi corazón, y a la poca intuición que me queda.-
Como decía, entre nuestras dos mitades hay un baobab. Éste es nuestra perdición, puesto que una vez que penetran sus raíces, perforan el terreno hasta resquebrajar nuestro mundo.
Esta metáfora con ramas se alimenta y crece conforme intentamos aplacar al corazón. Pese a esto, disminuye de tamaño cada vez que el corazón se siente escuchado.

Con una realidad tan certera, tan bella y tan dramática,
sólo me queda por añadir
que su crecimiento se puede ralentizar...
sonrisa a sonrisa.

1 de septiembre de 2011

Escribiendo en el bar

>Qué guapa estás pensando...<
¿... en sandeces?
En el caos de querer estar cuerda.
En mi delirio
y el de mis congéneres.
Son frases que nunca se olvidan, ni se recuerdan y que por eso escribo,
se apartan de la realidad.
La mentira reina con mano de hierro
mientras mi pensamiento me hace hundirme en mi más íntima fealdad:
mis tonterías.

Gracias, Iván ;).