11 de abril de 2013

Tensando la boca

Lo lógico y natural es que el viento sople.
Que ondee las prendas holgadas de alguna muchacha en la playa.
Que esparza las hojas secas en el suelo y haga estremecerse a los nuevos brotes verdes.
¿Te imaginas sentir ahora cómo el viento mueve y desordena tu pelo? O cómo vibran tus pestañas al contacto de una brisa...
Andar en la dirección en la que el viento te arrastre. Desnudarte y palparlo en cada centímetro de tu piel.

Abre los ojos. Tira la puerta.
Lo lógico y natural sería que el viento soplase.
Pero el viento se ha parado.
Y te acabas de percatar.
Y te preguntas por qué estás aquí encerrada, sin un eco siquiera por respuesta, sin un soplo de aire que te conteste o, simplemente, consiga que te dejes llevar.

Decides irte a dormir, porque amanezca más pronto. Afirmas con la cabeza, tensando la boca, y finalmente piensas:
"Sí, sería lo lógico y natural..."

Preludio en si menor, Chopin...