Hay algo más que palpita sobre nuestro pecho. Hay un frenesí, un pequeño nerviosismo constante en nuestro brillo.
Adoramos mirar las estrellas porque su calma, su estabilidad, nos asombra y nos envuelve.
Me es difícil asimilar que sus ojos no son verdes, porque me inspiran tal esperanza. Verde viento, verdes ramas...
Son otra vez mis tiernas locuras.
Y cuando se hace el silencio es cuando más escucho su color. Todo lo que pretendí enrevesar y con lo que con tanto ahínco me intenté confundir ahora deshace sus nudos y se destrenza.
Me encuentro junto a él. Cuando siento su aliento cálido y la leve presión de sus manos, siento un silencio verde, destrenzado. Noto un rumor de agua y el tacto de las plumas. Cierro los ojos y espero, hundida en tal calma, un nuevo beso, su contacto. Entonces todo se queda en suspense. Y mi recuerdo lo guarda con precisión.
El movimiento de sus labios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario