16 de noviembre de 2011

Tuyo y mío...


Fue así aquel día, no tan lejano como me parece, ni tan cercano como quisiera que fuese.
Fue así aquel día que compartimos hasta el último momento con ahínco y con dulzura.
Fue así porque no podría haber sido de otra manera. Porque no fue casualidad o circunstancia nuestro amor, porque fue latente y ahora es perseverante, omnipresente, esencial, puro.
Porque observo su corazón en cada línea que tracé del dibujo que le hice mientras escuchaba su música. Porque no fue igual aquello que ningún otro dibujo que jamás haya hecho. Cuando paraba se sonrojaba, sonreía y hablaba atropelladamente. "Sigue, por favor...", le susurraba.
Y a pesar después de notar el frío y la dureza del suelo, ardimos, nos fundimos el uno en el otro hasta que la llama consumió nuestro anhelo.

Ahora, compartiendo su melancolía, recuerdo y anoto unos evocadores versos de Pedro Salinas...
Más allá de ola y espuma
el querer busca su fondo.
Esta hondura donde el mar
hizo la paz con su agua
y están queriéndose ya
sin signo, sin movimiento.
Amor
tan sepultado en su ser,
tan entregado, tan quieto,
que nuestro querer en vida
se sintiese
seguro de no acabar
cuando terminan los besos,
las miradas, las señales.
Tan cierto de no morir,
como está
el gran amor de los muertos.


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