Me apoyo en la barandilla lo máximo posible. Si me caigo quizá saldría volando. Estoy mojada de arriba abajo, despeinada, sulfurada y aún con lágrimas en los ojos, pero ya nada importa.
Es increíble por el simple hecho de ver a Kutxi Romero salir al escenario. La gente aclama, aúlla y grita. Bienvenido...
Estoy llena de energía, comienzo a cantar a viva voz cada uno de sus versos, dejándome la piel, adorando este estado vitalizante que me completa.
¡Duerme conmigo...! Ha empezado la intro de la guitarra y no reprimo un grito desgarrador. Me invade una fuerza desgarradora y el frenesí de la situación me hace arder.
Quiero rugir, y rujo... ¡Quiero desgarrar!
Corazón de mimbre... La introduce con unos versos maravillosos y comienzan los acordes... Un escalofrío me invade todo el cuerpo y me invade la melancolía y la suma belleza del momento. Las lágrimas asoman a mis ojos, es hermoso, pero le echo tantísimo de menos... Ciudad de los gitanos, Petenera...
Fue intenso y sorprendentemente efímero.
Pasó demasiado rápido y fue demasiado energizante.
Pero todo el concierto fue inmenso y salvaje, y me sentí desahogada...
Y además me dijeron hasta siempre... con perro verde.
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