27 de mayo de 2011

El miedo

Aclaro antes que no voy a hablar de él porque haya sido un día especialmente malo, simplemente, es un día.
De hecho, no siento que el miedo sea una emoción. Ni un sentimiento. Es más bien un compañero de infortunios. Nuestro eterno acompañante, nuestra sombra.
No soy desgraciada en absoluto, ni me siento víctima de nada, simplemente he intentado llevar a cabo una jornada de exhaustivo análisis a las relaciones exteriores, a las reacciones de cualquier persona. Os invito a que lo hagáis; quizá sea costoso, adheridos a un mundo tan superficial, pero es muy interesante.
Cualquier reacción ha sido encadenada o se ha visto afectada por el miedo. El miedo nos mueve, nos deja quietos, nos calla y nos manda gritar. Nos vuelve frenéticamente asustados.
Tanta norma, tanto tabú, tanto cumplimiento, tanta corrección. Castigos, castigos, castigos... Y cuando desobedecemos al Rey de nuestras acciones, nos sentimos cohibidos. Nos avergonzamos de ser nosotros mismos y volvemos a someternos.
Es inexplicable cómo hasta la gente que aparentemente es valiente se rinde a él. Es comparable al sentimiento cristiano de sumisión irracional a "Dios"; y para mí, igualmente incomprensible.
Seguiré analizando. Volveré a mirar la sombra de la gente. Me sorprende ver cuán horrible es.

La curiosidad va matando al gato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario