14 de diciembre de 2011

¿Realidad?

A veces aceptamos la realidad fácilmente. Hay ocasiones en las que (más que pensar) intuimos que algo que sucede, es así. Que tenga sentido o no, a nuestro "sentido común" no le suele importar; principalmente porque el sentido común lo tenemos construido sobre los convencionalismos, sobre la experiencia, y no sobre el perspectivismo o la lógica sobre los que debería estar fundado.
No nos paramos a fiarnos de nosotros mismos. Sólo cuando algo nos extraña o creemos adquirir un concepto nuevo, nos preguntamos: ¿por qué? ¿A qué cuento? O, simplemente... ¿será esto mentira? Pero aquello que no nos sorprende no es menos digno de cuestionar, de hecho, sería más importante cuestionarlo que en el caso anterior. ¿Acaso no es raro de por sí que algo no nos sorprenda, sea por la poca experiencia que tengamos o por lo que nos cuesta aprender? Por lo tanto, probablemente, nuestros actos o nuestra pasividad ante la falta de sorpresa sean así producto de una realidad que ha sido creada ajena a nosotros. La aceptamos, sin rechistar en la mayoría de los casos, por sentirnos cómodos, fijos a un sustrato, sea éste de la naturaleza que sea.
Seguramente os habrá ocurrido. Seguramente hayáis pensado en más de una ocasión por qué no os sorprendéis por tal o cual cosa, o por qué no dudáis de algo.

Y bien, todo esto me viene a cuento... ¿por qué me viene a cuento? Quizá sea porque me he estado sorprendiendo e ilusionando tan frecuentemente que ahora recapacito sobre lo que, día a día, no me resulta extraño.
Y es verdad que vivir sintiendo todo extraño sería verdaderamente incómodo, ¿pero dónde está la frontera entre lo que me hace dudar (sobre mí, sobre mi suerte, sobre las "verdades"...) y lo que acepto sin pensar siquiera? ¿Acaso conocemos la realidad?
Si eso, acaso, aceptamos la realidad fácilmente porque en el fondo intuimos que nada es real.
Y vuelven las metáforas con los sueños...
Y vuelve el "quizá no, pero es hermoso".

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