28 de mayo de 2012

Olor embriagador

Se lamió los colmillos, humedeció todos sus dientes. Afiló con el brillo de su saliva la peligrosa mueca que dibujaba su boca.
Se mostró hambrienta, voraz, amenazante.
Su lengua velluda volvió a relajarse y cerró los ojos.
Lo olió, lo sintió, y curvó el lomo, bajando la cabeza. Fue rápida de un extremo al otro de la imagen, analizando cada recuerdo, cada sensación difusa. Y se le mostró una nítida, un olor, un perfume suave, cálido y embriagador.
Se estremeció y todo su pelaje negro se tensó.Cerró de nuevo los ojos aún con más fuerza. Sus garras agarraron la nube para no soltarse de ella jamás.
Ese perfume danzaba en el aire, se contorsionaba en su recuerdo. Sus pupilas se dilataron sobre el azul, ella intentaba saborearlo, palparlo, sentirlo cerca...
Pero ahí no se encontraba el olor. No lo tenía, no lo sentía, y necesitaba encontrarlo. En aquella explanada desierta todo estaba, simplemente, vacío. Ni un solo olor, ni una sola brisa.
Cuando quiso percatarse, toda su boca estaba ya humedecida. Al notar la ausencia, comenzó a andar en círculos, pisando los charcos, pisando sobre sus propias huellas en el barro. Se preguntaba dónde estaba la nube, dónde estaban todas sus respuestas.Comenzó a correr en círculos, comenzó a volar en círculos. Todo era difuso, daba todo vueltas. Sentía cómo el paisaje carecía de esencia, cómo el eclipse iba ocultando la luz, muriendo en un atardecer invertido, en el que el naranja era gris, y el rojo, negro.
Y mientras fue frenando, en sus ojos se dibujó el ansia. Ya no estaba hambrienta, estaba ansiosa. Se encontraba en el vacío y sólo podía mirar hacia atrás.
Volvió a sentir, entonces, ese olor embriagador bañándola entera. Miró al suelo y en sus pupilas se dibujó el brillo blanco. El viento la tumbó, y encontró entonces en su corazón el origen de todo.
Mas antes de la noche, volvió a relamerse.

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