9 de octubre de 2012

Los combos de ahora

Te espera tras la puerta, y recibes de sopetón su mirada fija. Hace algún ademán con la cabeza y su flequillo negro como el tizón oscila sobre su frente. Te recibe con una sonrisa de las suyas, de las que dan alivio.
Te sientes observada, quizá por la naturaleza de la mirada de antes. Probablemente por eso, ya que al volverte él está haciendo sus cosas, distraído...
Cuando habla, él mira a la nada y lo mira todo a la vez. Cuando piensas que va a decir algo inteligente, dice algún comentario simple, o hace referencias a guitarristas famosos o a grabaciones.
En clase te pide que lo hagas todo tú. Te mira y espera pacientemente que lleves la iniciativa. O quizá te escucha al mirarte. Pero tú, al saber y notar que tiene la vista clavada en ti, esa mirada tan rara, tan tan atenta... Te entra prisa, te colapsas.
Y de repente es como si no supieras nada. Te vuelves un alumno ignorante e inocente. Uno más. Y eso en el combo pasado no te ocurría... Tú eras la teclista, tú eras Carol. Yo buscaba los sonidillos raros y le hacía gracias a Yiten.
Y ahora... a cada segundo que le sostienes la mirada, aunque sea hablando, te escruta.
Sus ojos negros, negros.
Negrísimos.
Un negro sin fondo. Negro de abismo.
A veces me da miedo y me atrae al mismo tiempo. Otras veces echo de menos ese marrón sencillo y gracioso. Tan simple y tan coquetuelo. Y ahora este color es raro, un poco extravagante de más...

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