11 de octubre de 2012

¿Conciertos o concursos?

A esto es a lo que os conduce la competitividad, amigos.
Tener que escuchar a alguien pensando en si lo hace "mejor" o "peor" que uno mismo, eso no es escuchar. Buscar el fallo en las teclas ajenas. Pudrirte el oído.
No son músicos aquellos que no anteponen la música a cualquier otra cosa. Y música es vida, amigos. Sí, es alegría, tristeza, melancolía, arrebato, furia, desengaño,... Pero nunca, jamás la música se reduce a un maldito concurso.

Morderse la lengua para no estallar cuando no te sale tan bien como al otro. A un verdadero artista sólo se le permite morderse la lengua cuando su arte no le gusta. Si tienes que esperar a hacerlo cuando te comparas con otra persona, bravo. Bravísimo. Puede usted encargarse de pasarle las páginas a la fuente de su envidia mientras toque. Pues usted no sabe valorar.
Y un músico, desde luego, debe aprender a valorar.

Dar un concierto para demostrar que eres mejor que otros. Pensar en el juicio y no en el placer. En la empresa y no en el Arte.

Es todo asquerosamente banal. Pútrido. Decepcionante. Incluso indignante si te das cuenta de que tanta, tantísima gente piensa así.
Y sabed, amigos, que se acaba sufriendo. Lo sé. Se sufre y te hace daño cada una de las comparaciones que hagas. Y no es el riesgo de perder una competición, no. El sufrimiento llega cuando te das cuenta del fin por el que te has movido. Te percatas de que es tristísimo y decadente desvirtuar el arte por el que sacrificas tantas horas. Sí...
Y ayer veo a una pobre chiquilla sufrir y morderse la lengua así por comparar su resultado con el de su acompañante. No os lo perdáis, amigos: en música de cámara. Compitiendo con su acompañante, por dios...
Ojo, no infravaloro la comparación en sí. Está bien dentro de unos límites (que debes aprender) en los que lo haces para mejorar tu calidad musical, no como medio; sino como fin. Me explico: No quieres ser bueno tocando un instrumento para ganar a nadie. No es un medio para conseguir nada. Todo el esfuerzo que ha requerido es el medio para conseguir ese fin, el tocar bien. E ahí la diferencia entre músico y concursante. Y la sé, la conozco puesto que yo misma he competido y más tarde me he dado cuenta de que lo estaba haciendo. Hoy en día parece tan intrínseco en el músico, sobre todo en el estudiante, que compita contra otros... Me entristece, vaya... Y eso que pronto afrontaré el Superior, en el que desde luego me han dicho que hay mucha más competitividad.
Yo haré la música sin ganar a nadie en nada.
Y a madurar, hombre...

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