Seis de la madrugada.
No sopla el viento y el aire es fresco e intranquilo, como si una tormenta fuera a vecinarse.
Me encanta sentir los momentos de transición.
Ingravidez, palpitación adormecida.
Siento su sonrisa inundándome el corazón. La humedad de la esperanza y su rocío sereno.
Poco puede detenernos. Poco puede angustiarnos.
Nunca nada será imposible si de la voluntad depende.
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